
Editorial DRRP
A nivel mundial, el nuevo coronavirus ha llevado al límite las capacidades del sector sanitario. No solo en términos logísticos y de recursos humanos, también desde una perspectiva arquitectónica y de diseño. La coyuntura ha expuesto las limitaciones de nuestros centros de salud y exige que volvamos a pensarlos.
Su talón de Aquiles es la rigidez. La mayor parte de centros de salud se ha construido siguiendo patrones arquitectónicos muy fijos: para hacer alguna modificación es necesario seguir complejos procesos de remodelación. En el futuro, es necesario que estén preparados para el cambio constante y deben ser, sobre todo, flexibles.
Sus diversas áreas deben tener la capacidad de adaptarse a múltiples fines con muy pocas modificaciones de por medio: el mismo espacio que, un día, tiene dos consultorios, al día siguiente debería poder convertirse en uno solo más grande y, luego, en una sala de operaciones.
Por otro lado, la coyuntura está impulsando ciertas soluciones que, quizás, se conviertan en estándares en los próximos años: controles de acceso con tarjeta, griferías con sensor, acabados resistentes a bacterias y la implementación de sistemas de aire acondicionado que pongan énfasis en la renovación del mismo. Desde DRRP, consideramos que es importante sumar un criterio más en la implementación de centros de salud: la naturaleza.

El llamado “diseño biofílico” -una tendencia en el sector- plantea que incorporar elementos de la naturaleza en los espacios tiene un impacto en el bienestar -físico y psicológico- de las personas que lo habitan.
Esto va más allá de incluir una planta en la sala de espera; implica diseñar con áreas verdes, cercos vivos y con materiales idóneos para crear espacios que den la mejor bienvenida. Muchas veces, el paciente siente malestar y estrés porque es muy consciente de que está en un centro de salud.
Al igual que en muchos otros sectores, la atención remota ha dado un salto exponencial en el último año: según el Ministerio de Salud, las consultas médicas virtuales pasaron de 250 por día a 15000 durante la pandemia. Si bien esta modalidad difícilmente reemplazará el encuentro real con un doctor, esta coyuntura nos ha enseñado que sí hay ciertas consultas que se pueden realizar de manera remota. En tanto se consolide la telemedicina, veremos una mayor descongestión en los centros de salud físicos, lo que implicará cambios no menores en los sistemas de salud del mundo.
Ya se está hablando del surgimiento de “super hospitales” -vinculados a instituciones académicas y de investigación- que atiendan a menos pacientes, pero aquellos que estén más enfermos; y, en la misma línea, se verá la aparición de centros de salud de menor escala -farmacias, consultorios, clínicas especializadas- que complementen la oferta.
Así, nos encontramos ante un cambio de foco en el sector: ya no hablamos de un paciente que accede al sistema de salud, sino de un sistema de salud que, mediante la tecnología, accede al paciente y le ofrece una atención a su medida.
De las grandes crisis surgen los grandes cambios. Basta recordar que, en tiempos victorianos, los baños se solían amoblar lujosamente con cortinas, alfombras y molduras, y que fue la lucha contra la tuberculosis la que impulsó un cambio radical en los acabados sanitarios, haciéndolos más simples y fáciles de limpiar. No sabemos qué es lo que pueda venir en el futuro, pero debemos estar preparados. Esta emergencia sanitaria tiene que ser un punto de quiebre.